“Sí, se puede surgir. Sí, uno puede soñar y querer lograr algo”, nos cuenta Claudia Vásquez, quien junto a 70 manipuladoras de alimentos se la juegan por las niñas y niños del Valle de Elqui.
El 30 de octubre se conmemoró el día nacional de las manipuladoras de alimentos. No nos quedamos ahí, por lo que quisimos destacar su importantísima labor a través de la historia de vida de Claudia Vásquez, quien se desempeña en dicha labor en el Valle de Elqui.
Claudia es la supervisora a cargo de la gestión de más de 70 manipuladoras de alimentos en un sector colindante a Vicuña. Cuenta cómo servir alimentos en establecimientos preescolares le abrió las puertas.
“Yo llevaba a mi hijo a un jardín infantil de la JUNJI, cerca de donde yo vivía en Vicuña. Era familiar y en ese jardín solamente trabajaba una manipuladora de alimentos y una educadora. Siempre me quedaba a ayudar con el aseo y las cosas, cooperando con ellas”.
Así fue que tuvo uno de los primeros acercamientos al mundo de las manipuladoras de alimentos. Tiempo antes Claudia había emigrado desde Padre Hurtado en la Región Metropolitana a Vicuña en el Valle del Elqui con sólo 21 años para reunirse con su madre, quien trabajaba en dicha comuna como manipuladora en un recinto preescolar.
“Por aquel entonces, en el Valle del Elqui no había muchas salas cunas, pero se empezaron a implementar en los pueblitos más chiquititos, en la parte más rural. Tiempo después, me conseguí trabajo en una sala cuna que queda un poco más arriba de donde yo vivo. Y así comencé trabajando de manipuladora de alimentos en una sala cuna en Rivadavia”.
DE LA COCINA A VIÑITA ALTA
Actualmente Claudia tiene 39 años, es supervisora en Vicuña, antes lo fue en Paihuano por 4 años, y tiene a su cargo 76 manipuladoras de alimentos, todas pertenecientes a Merkén SPA, empresa que se adjudicó la licitación de Junaeb para la alimentación de salas cuna, jardines, escuelas y liceos públicos de la Región de Coquimbo.
“Con Merkén yo he tenido muchas oportunidades, he crecido mucho. Unos años después, yo salí de monitora a terreno en los jardines y en las escuelas. Y, una vez que el supervisor ya no estuvo, me propusieron si yo quería ser la supervisora y acepté. Me sentía preparada, tenía licencia de conducir y obviamente conocía toda la parte práctica. Y sí, por ese lado más técnico que me faltaba, siento que he crecido mucho profesionalmente hablando”.
Claudia Vásquez comenta llena de emoción que, desde que comenzó sus labores de supervisora, sus antiguas colegas manipuladoras la han recibido orgullosas. “Me sentí muy acogida y me ha ido muy bien. En Paihuano fui muy feliz, pues creo que éramos un súper buen equipo. Y en Vicuña también estamos logrando hartas cosas este último tiempo”, nos cuenta.
En esta ciudad, su mamá seguía trabajando como manipuladora de alimentos cuando Claudia fue ascendida: “y claro, le ofrecí irse a otra comuna más cerca de su casa, ¿te imaginas siendo jefa de tu mamá? Yo no podría”, dice riendo.
Quizás la parte más compleja y sacrificada, según comenta, es cuando tiene que conducir su automóvil para llegar a zonas más remotas, pero el esfuerzo merece la pena por ver a los niños con su alimentación asegurada, pues en su función de supervisora, Claudia debe coordinar desde la entrega de los alimentos y la frescura de las frutas y verduras hasta las visitas en terreno.
“Mucho kilometraje diario, termino cansada físicamente. Tengo una ruta lejana que es La Viñita Alta, un sector súper extremo rural. Allá hay 5 niños. 5 chiquititos y voy a entregar 5 canastas cada vez que tenga que ir. Trabaja una manipuladora en La Viñita. Ella vive cerquita, porque allá no hay locomoción ni nada, solamente particular. En ese sentido, es gratificante ver a los chiquititos siempre agradeciendo por la alimentación”.
ALIMENTAR EN TIEMPOS DE COVID
La pandemia de Covid-19 ha cambiado la forma en que se estaba trabajando con anterioridad. “Ha sido un trabajo súper esforzado y estamos todos comprometidos con la entrega de las canastas, para que todo salga bien, para que todo salga como corresponda, para que se entregue como corresponda todo. Yo siento un compromiso muy grande de todas”, relata.
No obstante lo ajetreado de sus labores pre y post Coronavirus, Claudia guarda especial cariño por su antigua función y nunca olvida a sus compañeras, las manipuladoras de alimentos, con las quienes aún mantiene lazos profundos de amistad, y sin lugar a dudas, según ella misma lo explica, “siempre es la satisfacción de ver un bebé o un chiquitito que te agradece, que se ve feliz o más feliz cuando una le lleva su alimentación. Yo creo que por esa parte es lo que a uno le llena”.
A modo de cierre y con profunda y sincera emoción, Claudia le deja un mensaje a todas las manipuladoras de alimentos durante la conmemoración de su día.
“Sí, se puede surgir. Sí, uno puede soñar y querer lograr algo. Se puede con sacrificio y constancia. Todas son muy buenas. Me emociono un poco y eso. Porque son muy buenas todas y aprovecho darles gracias por el apoyo que siempre me brindan”.
Además, agradece la oportunidad que le dio el Valle del Elqui. “ Lo mejor que pude haber hecho fue venirme a vivir a Vicuña: conocí a mi esposo, he tenido a mis hijos y pude hacer carrera”.
Fuente: El Observatodo